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Una nueva estructura para las Artes Marciales

Por Sean Dillon

No considero ser un gran maestro de artes marciales pero sí uno apasionado. Apasionado por practicar y apasionado por compartir lo que tuve la oportunidad de aprender a lo largo de 10 años.

Uno como maestro o dirigente de una institución siempre se encuentra con situaciones e individuos que te superan. Sobra decir, que por muy espiritual que uno pretenda ser, acaba confrontando a estos retos con las herramientas psicológicas y emocionales que tiene.

Puedo decirte, con toda la certeza, que recuerdo a todos y cada uno de los alumnos que por un conflicto u otro salieron de mi escuela y no hay uno sólo, inclusive en caso de que haya tenido “la razon” (te lo digo entre comillas, ya que todo conflicto tiene dos versiones), que no me haya dolido y cimbrado en lo más profundo. La estructura vertical jerárquica es inherente a las artes marciales. Esta estructura militar, fue muy importante en el pasado y fundamental para la institucionalización de las mismas; Y fue, gracias a esta transformación en institución que hoy podemos practicarlas en todas partes del mundo.

Sin embargo, es importante analizar si esta estructura patriarcal que cada vez más nos muestra sus vicios y carencias, sigue siendo fundamental para su desarrollo, o si podemos presentar nuevas propuestas que inviten a los nuevos practicantes a sentirse más acogidos en este espacio (no necesariamente físico) que, en una gran cantidad de veces, se vuelve lo más sagrado.

En las artes marciales chinas existe la premisa de que siempre debes ser respetuoso con tu maestro, inclusive cuando haya cometido los actos más atroces. Todo adolescente tiene que romper con la figura patriarcal del hogar para poder saberse capaz y presentarse como individuo independiente ante la sociedad. De la misma manera en que cada instructor debe separase de su maestro para forjar su propio destino.

No obstante, la violencia de esta ruptura depende en gran parte de la estructura y carencias del entorno social y de las herramientas psicológicas y emocionales tanto del maestro y su institución, cómo del alumno-instructor.

Es hora de que las instituciones formadoras de instructores (léase escuela de yoga, artes marciales, meditación y demás enseñanzas) permitan que sus instructores crezcan y brillen mas allá de la institución, de los individuos que las dirigen y de los límites que tratan de imponer.

El infantil ego herido de estos personajes va en detrimento de si mismos y sobre todo, de las instituciones que con muchos esfuerzos forjaron. Un instructor agradecido siempre hará referencia y recomendará a su maestro y a la institución que lo formó.